Vivimos
en una sociedad marcada y guiada por el consumismo. El dinero puede con todo. Con
nuestras preferencias, nuestros gustos, intereses, incluso con nuestros
valores.
Anteponer
el dinero a las personas es una atrocidad según mi opinión, pero, ¡cuántas
veces he visto en la tele a personas contando su vida privada solo por
conseguir dinero! Si me detengo ante esta situación y hago memoria, una vez, vi un vídeo que trataba sobre una reconocida fotógrafa que estaba trabajando en
Afganistán y renunció a socorrer a una pequeña niña que iba a ser disparada por
un guerrillero por tomar la dramática instantánea para ganar un premio de
fotografía. Es triste pero cierto. El dinero cambia a las personas. El ser
humano es ambicioso por naturaleza. Busca el propio beneficio. Lucrarse.
El
dinero es el antifaz del hombre, que, cegado por éste, es capaz de hacer
cualquier cosa. Materialismo en estado puro. Omisión del socorro si es
necesario. ¿Da realmente el dinero la felicidad?
Todo
el mundo ha sido bombardeado alguna vez con preguntas de este estilo. Ahora me
toca a mí responder. El dinero no da la felicidad, pero ayuda a conseguirla.
Voy a poner un ejemplo, aunque es un caso extremo. Si una persona enferma de
cáncer vive en EEUU y no tiene recursos suficientes para costearse un
tratamiento, muere. Quizás si tuviera dinero tendría posibilidad de vivir. En
este caso el dinero da la vida y la felicidad. El dinero y la persona van de la
mano. Sin dinero una persona no puede cobijarse los días de frío o calor, no
puede alimentarse, estudiar...Es la base de nuestra sociedad.
La
ambición de dinero, de poder, como dije anteriormente, es capaz de anteponerse
a una vida humana en muchos casos, una idea verdaderamente aterradora, pues a
pesar de que hay cosas que no se pueden comprar, como la compañía, la
inteligencia, la amistad o un gesto de cariño, los hay que piensan que se puede
lograr esto a través de la ostentación.
Muchas personas le dan un valor al dinero
más allá del de cubrir las necesidades básicas o el de aportar una cierta
comodidad en sus vidas. Se crean
necesidades cada vez mayores. No se limitan a lo estrictamente necesario
para vivir dignamente, sino que tienen un deseo insaciable de adquirir bienes y
para ello, la única manera de lograrlo es a través del dinero. Pueden
conseguirlo por ellos mismos o pisando a los demás para llegar a él.
Bien es cierto que personas que
experimentan grandes cambios económicos en su vida, sienten una cierta
sensación de felicidad durante un tiempo, pero suele durar poco. El dinero no
es eterno y puede hacernos llegar hasta límites insospechados.
Según mi parecer, una vida humana no tiene
precio, pues es el ser mas extraordinario que puede existir, la joya de la
creación, y el dinero es un lastre, el dedo que nos ordena y la voz que nos
grita superando a veces nuestra propia voluntad. La clave reside en darle al
dinero el valor que tiene. No deja de ser como una piedra. ¿Qué pasaría si le
diésemos valor a las piedras? Nosotros, que presumimos de inteligencia, estamos
sometidos a un simple material y actuamos por y para conseguirlo
estableciéndolo muchas veces el centro de nuestra vida.
Puedo concluir diciendo que hoy en día, en
el mundo no elegimos entre dinero y persona. Elegimos PERSONAS CON DINERO, que al fin y al cabo, acaban acaparando el
poder del dinero por un lado y el afán de superioridad que tiene el ser humano
al verse con poder por otro, haciendo con nosotros lo que quieren. Eso es lo
realmente importante, que al final no importa el dinero que tengas sino como te
comportas una vez lo tienes.