sábado, 6 de octubre de 2012

¿Podemos conocer la realidad tal y como es en sí misma?


Mis ojos son los ventanales a través de los cuales penetra eso que llamamos realidad. De este modo, a través de los sentidos, es como puedo conocer aquello que me rodea e interpretarlo, la cuestión que me planteo por tanto es, ¿Aquello real, es como yo lo veo o como lo quiero ver?
Me considero una persona idealista, pues soy partidaria de que aquello que percibo no es otra cosa que una mera interpretación que mi persona realiza ante una realidad subjetiva a la que nos enfrentamos.
La inseguridad marca mi vida, me persigue la idea de que aquello que veo puede no ser así, no en su forma física, si no del modo en que mi mente la interpreta. ¿Y si hay detalles que no podemos ver y que en la realidad aparecen?
Por otro lado, para mi la realidad no existe tal cual, es solo una interpretación que un sujeto hace desde sí mismo influyendo entonces factores tales como la madurez, la edad o imaginación, aspectos que influyen mucho desde mi punto de vista, es decir, mi forma de verlo.
Esta pregunta ante la que me encuentro, supone una pequeña dificultad ya que es una realidad pero puede ser concebida de muchas formas
Nadie sabe cómo es una realidad en sí misma, por tanto no podemos luchar por afirmar que todos vemos una misma realidad cuando no sé como la ven los demás.
Mi cerebro, perfecta y virtuosa máquina transforma todos los estímulos externos como si de una potente fábrica se tratara y, con esta materia prima elabora una imagen de aquello que definimos ‘’realidad’’
Nosotros creamos nuestra propia realidad, vemos lo que queremos ver y como lo queremos ver.
Según Aristóteles, pensador realista, conocemos la realidad tal y como es. Entonces, para CONOCER esa realidad antes debe ser interpretada, por lo que obtengo una teoría idealista ante esta actitud realista. Nuestro entendimiento no es una copia de lo real sino una interpretación de ella.
En conclusión, no hay realidad concreta, común  a todas las personas. Aquello que ‘’es’’, es así gracias a la forma que mi mente le ha dado. Todo ‘’es’’ como quieres que sea.
Es cada ser un artista, encargado de modelar con su mente esa escultura tan cargada de subjetividad como es la realidad.

¿Para qué sirve la filosofía?



Deteniéndome ante esta pregunta, he decidido moldearla para llevarla de algún modo a ‘’mi terreno’’ para así sentirme cómoda tratando de ofrecer una respuesta lo más subjetiva posible, si es que la hay. Por este motivo, me preguntaré ¿Para qué sirve la filosofía? Y, otra pregunta surgida a raíz de ésta… ¿Qué supone la filosofía para mí?
Desde que tomas consciencia, comienzas a preguntarte por aquello que te rodea, tus inquietudes, tu futuro, tu destino…Es algo inevitable. Ahora me cuestiono para qué sirve la filosofía. Preguntar es de sabios, pero esta pregunta puedo relacionarla con otras de este estilo que normalmente se me plantean, como por ejemplo ¿Para qué sirve vivir? Por muy sabio que seas, poca gente conseguirá darte una apropiada contestación.
La filosofía para mí es adentrarme en otro mundo totalmente diferente, es hacerme reflexionar como ninguna otra cosa lo hace, ni el problema matemático más complejo. Me hace transformar y analizar cada uno de mis pensamientos y materializarlos, hacerlos ‘’tangibles’’ mostrándolos por escrito y como si los grabara en el aire cuando los cuento. Cada persona es la diseñadora de su filosofía, cada uno de nosotros disecciona, confecciona e hila cada una de nuestras preguntas y respuestas.
No hay cosa más entretenida que sentarte con la mejor compañía posible en los momentos de reflexión, tú mismo, junto a un lápiz y papel como únicos testigos de aquello que escribes, no importa de lo que sea. Te encuentras como en la orilla de una playa virgen, aún no descubierta y ante tus ojos sólo está el mar. Sí, el mar de las preguntas que llegan, tímidas y revoltosas hasta la orilla en la cual estás contemplando tan maravilloso espectáculo que se está celebrando en tu interior. Entonces, alertada por el fuerte oleaje de la incertidumbre te dispones decidida a atrapar una, la cual ha estado a la deriva quién sabe cuánto tiempo en la inmensidad de las aguas. Son tantas las preguntas que nuestro interior alberga y que nuestra mente acoge…
Para eso es la FILOSOFÍA, para abandonar los estereotipos y plasmar en tu papel, o en el aire, o en una pared exclusivamente aquello que circula por tu mente. Comenzar respondiendo a una de esas preguntas que navegan por el mar que contemplas…
 Para liberarte, ¿Sabes qué? Creo que si hay algo verdaderamente libre es el pensamiento, tus pensamientos. Por eso es necesario sacar todo lo que almacenas en tu cabeza para responder a cualquier cuestión.
Para ser sabio. Como dije anteriormente, sabio es aquel que pregunta, pero también aquel que trata de buscar una respuesta que ofrecerse a sí mismo.
Para ser feliz. Mi felicidad se compone en parte de conocer aquello que me inquieta. Para otros, la felicidad está en desconocer aquello que les inquieta.
Cada persona puede buscarle una utilidad a la filosofía, para mí es un “método de escape” hacia mi propia orilla, hacia mi propio mar. Por ello, y dicho esto, una vez llegada al punto culminante de mi disertación concluiré diciendo que somos navegantes en un mar de dudas, lo único que hay que hacer es estar alerta y comenzar a atrapar preguntas sin miedo. No es tan importante saber para qué, pues al fin y al cabo yo no veo la filosofía como un fin sino como el principio de un camino el cual cada persona prolonga lo que quiere y cuyo límite no puede verse porque si hay algo que es infinito es el preguntar.